Darle una patada al mundo

Ahora mismo, mi mayor deseo es darle una patada al mundo. Con la de golpes que me ha dado él a mí en mi corta vida, supongo que ni siquiera le haría daño.

Llevaba un par de semanas mal, por varios motivos. Hoy me he levantado de buen humor, intentando ser positivia y ver las cosas de otra manera... Pero parece que eso en mi vida es imposible. ¿Por qué se me tiene que joder todo?

Para empezar, ya de buena mañana, mis "amigas" (lo pongo entre comillas porque sinceramente ya no sé lo que son) me han comunicado que han decidido hacer más cambios en el disfraz. Tengo que decir que aunque me disfrazo con ellas, no me han permitido dar la opinión sobre nada de nada. Ese es uno de los motivos por los que estaba jodida las últimas semanas, porque el disfraz no me gusta y me sienta muy mal que no hayan tenido en cuenta mi punto de vista.
Hoy me he levantado pensando "en fin, qué le vamos a hacer, haré un esfuerzo, me pondré el disfraz y ya intentaré verle algo bueno...". Pero unos minutos después, ya me han dicho que han cambiado la falda, que ahora tiene que ser más corta. Estoy segura de que este cambio lo han hecho por mí, porque en un principio cada una podía hacérsela a su medida y yo fui la que la quería un poco más larga (por encima de la rodilla). En fin, que ahora la falda es de putón total, y yo no voy de putón porque no me sale de los cojones (siento el mal vocabulario, pero es que necesito desahogarme).
Y otra cosa. La semana pasada comentaron que esta iríamos todas juntas a comprar los calentadores. Pues bien, hoy me dicen que cada una se los tiene que comprar por su cuenta. ¡Bravo! Me lo dicen precísamente el día que hacen el mercadillo en mi pueblo, el único sitio donde puedo encontrar calentadores (porque ahora en tiendas apenas hay). Y claro, no he llegado a tiempo. Y ahora me tocará patearme toda Barcelona para encontrar unos.
Bueno, eso, o no disfrazarme, directamente. Estoy hasta los mismísimos del maldito disfraz. No me gusta nada, no lo he elegido yo, es una horterada y encima es de putón. Y además quieren maquillarse demasiado. ¡Que yo no voy así, leches!
Lo que me jode de esto es que se me va a ir a la mierda la única oportunidad que tenía de salir y pasarlo bien... Pero es que no quiero rebajarme a cumplir las órdenes que me dan ellas. Es que no son más que eso, órdenes. Y estoy harta, muuy harta.

Aparte, el estrés por los exámenes. Mañana tengo dos, y parece que los profesores tienen una gran virtud para joder. Me apuesto lo que sea a que hoy me han mandado más deberes para mañana que los que me mandarán para el fin de semana.
De verdad, no puedo más. Estoy muy agobiada, y para colmo, con todos los problemas que tengo no consigo concentrarme. Estoy muy mal.
Y os preguntaréis, si tan estresada está, ¿por qué pierde el tiempo escribiendo aquí? Pues porque es una forma rápida de desahogarme un poco, ya que no tengo tiempo de conectarme al messenger y ver si hay algún buen amigo dispuesto a aguantarme... Y aparte, tampoco tengo ganas de molestar a alguien con mis rayadas de turno...

Pero el problema más gordo es él. Él no es un problema, simplemente es Él. Y por culpa de él sufro mucho, porque cada vez lo veo más inalcanzable, y cada vez me gusta más y pienso más en él. Llevaba mucho tiempo sin estar tan mal por un tío, y es que realmente estoy mal mal. No dejo de pensar en él, me cuesta muchísimo concentrarme, me dan ganas de llorar pensando que no estaré con él nunca...
Y es que en el fondo no sé para qué me hago ilusiones. Tengo que asumir que no valgo una mierda. Soy fea, tímida, seria, rara... Una combinación que no quiere nadie, vaya. Todos me ven como una amargada de la vida, y aunque yo no me considero como tal, me estoy dando cuenta de que tienen razón. Eso sí, si soy una amargada no es porque yo quiera, sino porque mi vida y la gente que se ha cruzado en mi vida (y me la ha amargado) ha querido que sea así. Y parece que lo han conseguido.

Ahora he conseguido tranquilizarme un poco, pero es que estoy fatal, y no sé qué tengo que hacer para estar bien. Sólo tengo ganas de llorar y llorar, y cuando empiezo no puedo parar. No sé con quién puedo desahogarme, no sé quién me puede ayudar. Sólo sé que en toda mi vida jamás he sentido cariño de alguien hacia mí, y lo necesito. Mucho. Odio mi vida.